Las mascotas eran casi un artículo de lujo, a veces una excentricidad y en las ciudades no eran demasiado bienvenidas. Mi madre era de pueblo y lo último que le pasaba por la cabeza era "meter un bicho en casa". Así, lo primero que hice cuando me independicé fue buscar un compañero de cuatro patas con el que compartir mi vida. Bruno fue un gato majestuoso y señorial, un Chartreaux de inquietantes ojos amarillos que me enseñó lo que hasta entonces nadie había hecho. Soportó mis ausencias juveniles y fue un amigo cariñoso y fiel durante 15 años. Después nunca ha faltado la presencia animal en mi casa y cada uno ha aportado algo importante y definitivo en mi vida y la de los míos. He tenido la suerte de poder viajar por el mundo y contemplar muchos animales en su hábitat: elefantes en Sri Lanka, leones marinos en la costa californiana, delfines en el Caribe, camellos en el desierto tunecino, yaks en la cordillera del Himalaya y millones de peces de colores en las islas de coral de Maldivas.....,y he disfrutado con ello porque el amor por los animales me define. Y como es amor, me cuesta explicar el por qué, porque como todos sabremos a estas alturas, el amor se siente, no se piensa ni se explica. Con estos mimbres espero tejer un cesto en el que quepan muchas historias que nos puedan ilustrar, hacer reflexionar, debatir e incluso divertir. Y todas ellas con los animales como centro de nuestro interés. Nos vemos en PlataformaNala.